Por Fernando Merino
No tiene mayor trascendencia el resultado final, sea cual sea, a raíz de la polémica levantada en torno al plus de residencia para altos cargos de la administración autonómica. El plus está regulado desde el año 2000 y la novedad, que a partir de 2011 se hacía extensivo a residentes fuera de las Baleares. En cambio, sí la tienen, aquellas voces que hablan de agravios comparativos. En el epicentro de la polémica, el sector crítico de Unides Podem-Illes Balears o puede que no. Llama la atención, en todo caso, que siete de los quince altos cargos beneficiarios del plus pisan los despachos podemitas del Govern del Pacte. Uno de ellos lleva el inconfundible sello populista: Direcció General de Polítiques per a la Sobirania Alimentària.
Solamente la consellera de Agricultura Mae de la Concha tiene residencia en el archipiélago. Los otros seis, proceden de la península y Canarias. La pregunta sería: ¿nadie en Baleares capacitado para ocupar esas direcciones generales y la jefatura de gabinete? En el primer Pacte de Francesc Antich se creó una dirección general de relaciones con el Mediterráneo y Europa, invitándose a ocupar el cargo a un diplomático destinado en la embajada de Lisboa, mi amigo de la infancia Juan Manuel López Nadal. Es cierto que se invitaba a un diplomático mallorquín próximo al PSIB; lo es asimismo que no teníamos por aquí en aquellos días a nadie con suficiente conocimiento. López Nadal venía de ser asesor de Félix Pons en Comunidades Europeas.
Volviendo a lo nuestro, ¿es que no hay, por ejemplo, nadie capacitado en Baleares para afrontar esas políticas para la soberanía alimentaria? ¿No lo hay, tampoco, para políticas contra el cambio climático? Mal estamos. Tal vez será que en realidad se trata de recolocar a los podemitas que a raíz de la multitud de elecciones recientes habían perdido su trabajo teledirigido.
Parece que de confirmarse este último supuesto estaríamos, efectivamente, hablando de recolocación pura y dura, que es práctica emparentada con las puertas giratorias por lejano que pueda parecer el parentesco.
En cualquier caso este enfrentamiento directo entre podemitas y pesemeros que a su vez son agentes activos del Pacte de Progrés, no generará crisis de gobierno alguna, porque de algo han de servir las ediciones precedentes del Pacte -con ésta van cuatro- para saber que los compartimentos estancos son impermeables a los desencuentros. Cada uno a lo suyo, y todos a cobrar.
Lo que no desaparece en el horizonte inmediato es el agravio comparativo, que no es poco, si bien ésta ya es otra cuestión.
Este artículo se publicó originalmente en El Mundo de Baleares